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Las obras de la artista visual y performer Sofía Cabrera López (Ciudad de México, 1992) siempre nos recuerdan los límites de nuestro cuerpo en un mundo que nos demanda hiperproducción constante. Recordamos que, a pesar del agotamiento que experimentamos cada día, insistimos en la autoexplotación como modo de sobrevivir en un sistema cuyas exigencias nos sobrepasan. Nos hace conscientes de las necesidades básicas para sostener la vida -como el descanso y el cuidado– y la dificultad cotidiana de lograrlo mientras esos beneficios se vuelven cada vez más en lujo de unos pocos.
El 14 de diciembre de 2023, la artista presentó en el Ex Teresa Arte Actual, en el marco de su treinta aniversario, una acción ritual titulada A mí energía (despedida a cinco voces), donde nuevamente cuestionó estos aspectos desde la experiencia de su cuerpo. El recinto arquitectónico es un antiguo templo conventual del siglo XVII donde residió brevemente la monja y poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz hasta abandonar el claustro, agotada por su estricto rigor. La altura, el volumen y la oscuridad del sitio son realmente intimidantes para la escala humana.
Siglos después ante un público aglomerado en el suelo, Sofía Cabrera entra de noche en una de las naves principales del edificio acompañada por cuatro amigxs, todxs vestidxs con camisas rosas. Ella se sienta en el suelo con las piernas abiertas, ellos se sitúan detrás como un coro eclesiástico y trágico. Ella toma una tela blanca y comienza a dibujar en ella una línea continua rosa, mientras sus coristas sacan punta desesperadamente a unos lápices del mismo color. Al iniciar el dibujo, la artista alza la voz y comienza diciendo: “Hoy me declaro una cuerpa enferma (una cuerpa cansada)” y continúa enunciando frases que son replicadas por lxs demás mientras se mueven tensos por el espacio, creando un eco que llena la nave. La acción repite en loop frases como: “El desgaste no perdona (el tiempo tampoco), “Priorizar el descanso (para después sentirse mal)” y “En esta cuerpa no hay energía (calma tampoco)”. Esta última se vuelve una frenética reiteración que va in crescendo de intensidad en la coreografía hiperactiva de los performers, en la fuerza de la voz convertida en gritos y la presión del lápiz sobre la tela.
La acción transita del hastío, la obsesión, el delirio, llega al precipicio y regresa a la calma tras la catarsis. Los cuerpos se agotan ante nuestros ojos. La fuerza, las palabras y la voz se extinguen en un lapso de intensa actividad. El edificio se ha inundado de la energía que ellxs han dejado. Frente a la imposibilidad de abarcar un espacio de esa naturaleza, la obra lo empleó como caja de resonancia para engrandecer la voz.
¿Qué tipo de lenguaje transportan esas voces? Según la artista, la obra muestra cómo “unx cuerpx cansadx y enfermx decide dejar de esperar a que vuelva su energía para poder continuar en su cotidiano.” Pero esa resignación se convierte durante su obra en una renuncia no pasiva y estática, sino inconforme y furiosa, que emplea la repetición como abismo del lenguaje.
Virginia Wolf (On Being Ill, 1926) ha narrado cómo la enfermedad muestra los límites del lenguaje pues en el estado de padecimiento pocas palabras existen para compartir lo que se siente. Las palabras también se agotan y el cuerpo queda con pocos recursos para expresarse. En contraste, en la enfermedad el lenguaje alcanza a decir lo que no diría de otra manera, el sentido de urgencia se agudiza. Las acciones rituales de Cabrera exhiben este doble carácter liminal del lenguaje de un cuerpo de palabras cansadas que se repiten pero donde cada una es precisa y profunda.
Su práctica performática se ha distinguido los últimos años por abordar el tema de la autoexigencia y la ansiedad que produce el mundo contemporáneo y en particular el mundo del arte. Ha criticado continuamente la manera en que lxs cuerpxs son afectados por los estándares y expectativas que recaen sobre ellos. Siempre lo realiza a partir de colocar su propia experiencia como cuerpa gorda y no binarie al centro de las acciones y a veces es acompañada por otrxs para conformar una voz múltiple que refuerza una idea de comunidad de afecciones, cuestionamientos y demandas.
Esta crítica la ha dirigido a los poderes jerárquicos del campo artístico y la representación normada de los cuerpos que los sostienen. Un ejemplo notorio fue Dear Joshua (Centro de la Imagen, Ciudad de México, 2022) un video performance, donde la artista en compañía de otras, le dirigió una carta al artista mexicano Joshua Okon –uno de los artistas más reconocidos de la generación de los 90 en México- cuestionando la estigmatización del cuerpo que aparece explícito en uno de sus videos más distintivos, Freedom Fries: Still Life (2014).
En relación con su trayectoria, el trabajo de Sofía Cabrera encontró en el Ex Teresa una nueva y poderosa tensión entre el lenguaje y el cuerpo para expresar el enojo y el cansancio a partir de la repetición ritual. Mostró que en el abismo de las palabras empieza el cuerpo, y no cualquier cuerpo, sino uno decidido a reinventar la energía para recordarnos su extinción.
English Translation
Sofía Cabrera López’s works remind us of the limits of our bodies in a world that demands constant hyperproduction from us. Despite the exhaustion we experience every day, we rely on self-imposed exploitation to survive in a system whose demands overwhelm us. López makes us aware of the daily difficulty of attaining basic needs to sustain life, such as rest and care, which have increasingly become a luxury for many, and accessible only to a few.
On December 14, 2023, the artist presented at the Ex Teresa Arte Actual Museum in Mexico City a ritual action titled “A mi energía (despedida a cinco voces)” [“To My Energy (Farewell in Five Voices)”], where she once again questioned aspects such as overworking, tiredness, and anxiety from the experience of her body. The building is a former convent temple from the 17th century where the Mexican poet Sor Juana Inés de la Cruz briefly resided before leaving the cloister, exhausted by its severity. Nowadays, the height, volume, and darkness of the site are still truly intimidating for the human scale.
In front of a crowded audience seated on the floor, Cabrera entered one of the main naves of the building at nighttime, accompanied by four performers dressed in pink. She sat on the ground with her legs spread apart, while her entourage stood behind her like an ecclesiastical and tragic chorus. She took a long piece of white fabric and began drawing a continuous pink line on it, while her choristers desperately sharpened pencils of the same color behind her. When she started drawing, the artist raised her voice, saying, “Today I declare myself a sick body (a tired body).” She continued with the phrases: “The exhaustion doesn’t forgive (neither does time),” “Prioritizing rest (to later feel guilty),” and “There is no energy in this body (nor calm).” Her choristers repeated these refrains as they moved tensely through the space, their voices echoing through the building. They frantically repeated the final phrase, accompanying their intensifying articulation with more hyperactive choreographic improvisation. Together, all five voices crescendoed into screams as the artist’s drawing became more and more emphatic.
Their collective delirium soon turned into weariness and eventually calm. Their bodies were depleted in front of our eyes. Strength, words, and voice were extinguished after a span of intense activity. The building was filled with the energy they expended. The artist worked with the colossal scale of the space, using it as a sound box to amplify the voices of her distressed chorus.
What kind of message did their voices carry? According to the artist, the work shows how “a tired and sick body decides to stop waiting for its energy to return in order to continue with her daily life.” During the performance, this kind of resignation turned into a non-passive acceptance of the status quo, inciting an emotional state that was furious and employed repetition to embody the abyss of language.
In her 1926 essay On Being Ill, Virginia Woolf described how illness reveals the limits of language. For Woolf, there are few words to convey what one feels in such a state of suffering. Words become exhausted, and the body is left with few resources to express itself. However, Woolf also suggested that, during illness, language can also express what would not otherwise be said. A sense of urgency is intensified when the body is in a compromised state. With tired voices that repeat words of frustration, Cabrera’s ritualistic action shows this dual nature of language.
In recent years, Cabrera’s performative practice has addressed the anxieties and pressures of contemporary life, especially in the art world. She has continuously criticized the way in which bodies are affected by the standards and expectations put on them. She does so by placing her own experience as a fat and non-binary body at the center of her actions. Sometimes, the presence of other performers in her work highlights the collective and shared nature of these afflictions, questions, and demands.
López has turned this critique toward the hierarchical powers of the artistic field and its normative representation of bodies. A remarkable example was the video Dear Joshua (Centro de la Imagen, Mexico City, 2022), in which the artist, accompanied by other 15 women and non-binary performers, performatively addressed a letter to Joshua Okon – one of the most recognized artists of 1990s Mexico – questioning the stigmatization of the fat body that appears explicitly in one of his most distinctive videos, Freedom Fries: Still Life (2014).
Expanding on her collective actions, López’s performance in Ex Teresa found a new and powerful tension between language and the body to express anger and fatigue through ritual repetition. She showed that, in the abyss of words, the body begins, and not just any body, but one determined to incite energy to remind us of its extinction.